
Gala siguió constantemente siendo su musa, según unos,. o su genio del mal, según otros. Pero lo cierto es que jamás. lo abandonó, prestándole siempre su consuelo cuando las invectivas contra él arreciaban más de lo acostumbrado, y mimándole con ocasión de los agasajos recibidos.
A sus cuarenta y cinco años, inició su serie de cuadros de temas religiosos, con «El Cristo de San Juan de la Cruz», y un año más tarde, dio a conocer su versión sobre Leda y el cisne, en un cuadro titulado «Leda atómica».
Tenía cincuenta y un años, en 1955, cuando pintó su famosa «Última Cena» y en 1958, ilustró una edición de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha».
Una de sus mayores satisfacciones, así como de las de Gala, fue el gran homenaje que, a sus sesenta y dos años, le tributaron en Nueva York.
Otra satisfacción fue la inauguración, en 1974, del gran Museo Dalí en Figueras, su ciudad natal, el segundo museo de España más visitado después de El Prado, en Madrid.
A sus setenta y cinco años fue objeto de otro homenaje en el Centro Georges Pompido

Ni el homenaje que recibió el 15 de abril de 1983, en España, logró que aflorase una sonrisa a sus exangües labios
Y finalmente, el día 23 de enero de 1989, Salvador .Da] falleció en Figueras, a los ochenta y cuatro años de edad.